Hace cincuenta años, el 14 de febrero de 1967, se firmó el Tratado de Tlatelolco. Este importante Tratado llevó al establecimiento de una zona libre de armas nucleares en América Latina y el Caribe, el primer acuerdo para prohibir las armas nucleares en una zona habitada. Tlatelolco abrió el camino para otras zonas similares que ahora abarcan 114 países en otras cuatro regiones del mundo, así como para el Tratado de No Proliferación Nuclear. Todas estas zonas libres de armas nucleares se negociaron mediante acuerdos libremente concertados entre los Estados de la región afectada, principio que consagran las directrices de la Comisión de Desarme de las Naciones Unidas de 1999 sobre la zona libre de armas nucleares. Este enfoque práctico y realista ha mejorado la paz y la seguridad mundiales y regionales y ha fortalecido el régimen mundial de no proliferación nuclear.
Estados Unidos ha sido un firme partidario del Tratado de Tlatelolco desde su creación. Estados Unidos hacen parte de ambos Protocolos del Tratado. Como tal, Estados Unidos se ha comprometido a no utilizar ni amenazar con utilizar armas nucleares contra otros firmantes del Tratado ni a contribuir al incumplimiento de las obligaciones impuestas por el Tratado, ni a realizar pruebas, fabricar, almacenar o desplegar armas nucleares en territorios estadounidenses dentro de los límites territoriales de la zona.
El Tratado de Tlatelolco también reconoce la importancia de que la Agencia Internacional de Energía Atómica establezca salvaguardas para verificar que los Estados miembros cumplen sus compromisos de utilizar la energía nuclear con fines pacíficos, e instamos a los Estados de la región y de otros lugares a que adopten el nivel más alto de salvaguardas de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Al mantener a América Latina y al Caribe libres de armas nucleares y establecer un modelo para que otras regiones lo sigan, el Tratado de Tlatelolco sirve de modelo internacional para limitar los riesgos de una guerra nuclear y afianzar la no proliferación nuclear regional. Agradecemos la sabiduría de sus redactores de hace cincuenta años y nos dedicamos a trabajar unidos para seguir adelante con su propósito.