Pompeo: “Tratemos con China pensando como es realmente y no como quisiéramos que fuera.”

El desafío que representa China

Discurso

Michael R. Pompeo, Secretari de Estado.
Ciudad de Nueva York, Nueva York
Gala del Premio Herman Kahn de Hudson Institute

30 de octubre de 2019

SR. MURDOCH: Damas y caballeros, me complace estar aquí con ustedes hoy para homenajear a un hombre que ha tenido muchísimos logros y cargos: capitán Pompeo, editor Pompeo, director ejecutivo Pompeo, representante Pompeo, director Pompeo, Secretario Pompeo, Senador Pompeo. (Risas y aplausos). Presidente Pompeo. (Risas y aplausos). Eso es en verdad para el discurso de 2025. Discúlpenme. (Risas).

Su fundador, Herman Kahn, fue un extraordinario académico cuyas provocadoras opiniones cuestionaron el saber convencional y contribuyeron a definir el destino de nuestra nación y del mundo. Mike Pompeo tampoco teme hacer frente al statu quo, y aborda intrépidamente problemas de inmensa complejidad. El secretario Pompeo está haciendo frente a los grandes desafíos de nuestra época gracias a su notable trayectoria en el sector público y las fuerzas militares, su éxito en el sector privado y es un hombre con vastos conocimientos y talentos, ciertamente ciertamente es un hombre renacesntista. No hay logro mayor que ser primero en su clase en West Point. Como oficial de caballería, se desempeño en la Cortina de Hierro que, por cierto, Herman Kahn intentó denodadamente desmantelar. Tras su paso por las fuerzas militares, el secretario Pompeo asistió a Harvard y más tarde fundó Thayer Aerospace y fue presidente de Sentry International, para luego ser elegido en el Congreso por Kansas. Su experiencia en la Cámara de Representantes y como director de la CIA sin duda le han sido de gran utilidad como 70º Secretario de Estado de Estados Unidos.

Ha estado junto al presidente Trump en muchos momentos históricos en el escenario internacional, aportando asesoramiento y firmes principios para lidiar con las complejidades de Medio Oriente, China y, por supuesto, Corea del Norte. Es gratificante saber que un hombre en quien recaen tantas responsabilidades es alguien que ha hablado muy claramente sobre el valor de la humildad. La sabiduría requiere de una postura humilde, ha dicho, y ha advertido que el orgullo puede interponerse a lo que él denomina “análisis honesto de los hechos”.

No hay dudas de que Mike Pompeo… de su firme fe, que lo define, y de su visión, y sin duda ha ayudado a motivar el trabajo por la libertad religiosa en todo el mundo, y también ha favorecido su compromiso de proteger la dignidad de cada ser humano.

En ese sentido, el secretario Pompeo ha advertido sobre el peligro del totalitarismo no solo para nuestra seguridad sino también para nuestras libertades fundamentales. Cuando el Estado gobierna con absolutismo, señaló, las normas morales quedan completamente aplastadas.

Más allá de los inmensos logros conseguidos por Mike Pompeo en su ilustre vida, estoy seguro de que el futuro depara mucho más. A los Secretarios de Estado les suele ir muy bien en su siguiente función. (Risas). Yo tengo una buena editorial en caso de que tenga interés en escribir un libro. (Risas).

Y por cierto, miren lo que ocurrió con los Secretarios de Estado. Recuerdo a Jefferson, Monroe, Adams, Van Buren y Buchanan. Así que quién sabe qué le traerá el futuro. Lo que sí sé es que merece el premio Herman Kahn que entregamos esta noche, y es para mí un honor hacer la presentación. Gracias. (Aplausos).

SECRETARIO POMPEO: Gracias, muy amable. Siempre prefiero que me aplaudan después de haber hablado –(risas)– porque entonces puedo saber cómo me fue. Y Rupert, usted habló de la carrera por el Senado y de publicar libros. Estoy seguro que sería delito hablar sobre eso – (risas) – así que no voy a referirme a ninguna de las dos cosas esta noche.

Muchas gracias por esas cálidas palabras, Rupert, y por la generosa presentación.

Distinguidos invitados, damas y caballeros, es muy grato estar con ustedes esta noche. Es notable estar sentado con el Dr. Kissinger y Hank Greenberg, los Sterns, todas personas extraordinarias que han hecho cosas asombrosas por Estados Unidos. Gracias a todos por su gran servicio. He tenido la fortuna de conocer al Dr. Kissinger. Tiene algo más de 90 años. También el secretario Shultz. Así que todavía me queda mucho por delante. (Risas). Debe ser algo del Foggy Bottom que hace que uno siga funcionando.

Gracias también a Ken y al consejo de administración aquí por ocuparse tan bien de nosotros. Me honra su generosidad y recibir este premio esta noche. Mi hijo a menudo me recuerda que tengo mucho por lo que sentirme conmovido. De hecho le conté sobre esto, entró en internet, buscó a las personas anteriores que recibieron el premio y se preguntó si acaso el instituto no había perdido la cordura. (Risas).

También es famoso por haber enviado una nota a todo el equipo que se ocupa de mí cuando viajo en la que decía “Cuando mi padre bajó del avión hoy, parecía estar medio muerto. ¿Alguien podría ponerle maquillaje?”. (Risas). Era algo así como las 3:00 de la mañana en algún lugar remoto.

Quisiera mencionarles también por un instante algo que tengo muy presente. Recuerdo que había deseado tomar juramento el 20 de enero de 2017 como director de la CIA pocas horas después de la asunción del presidente Trump. Pero el senador Wyden tenia una idea diferente sobre el cronograma y entonces no ocurrió ese viernes.

Pero le había pedido al Presidente que se acercara a la sede de la CIA el sábado por la mañana, en Langley. Así que cuando yo llegué ese sábado y también lo hizo el Presidente, seguía siendo congresista por el Distrito Cuarto de Kansas y esperaba poder juntar 51 votos el lunes.

Menciono esto porque nunca olvidaré lo que el Presidente Trump tenía en mente. A menos de 24 horas de haber asumido, estaba sentado ante mí y los más altos miembros del equipo antiterrorista en la CIA y dijo tres cosas. Dijo: voy a darles todo lo que necesiten; voy a darles las facultades que necesiten para realizar esta campaña de un modo que mantenga seguros a los estadounidenses; quiero asegurarme de que destruyamos el califato y quiero al tipo que está al frente de EI. Y –(aplausos)– trabajamos dos años y medio, el equipo fue excelente. El trabajo que se hizo significó una contribución importante para la seguridad nacional de Estados Unidos. El presidente encabezó ese esfuerzo. Estaba absolutamente comprometido. Apoyó todo lo que hice y luego mi sucesora, la directora Haspel, y el increíble trabajo del Departamento de Defensa y de todos los equipos que sometieron a Baghdadi a la justicia eterna. (Aplausos).

Espero que cuando ustedes… cuando ven a alguien con uniforme o un agente de inteligencia, no lo sabrían. De hecho hay algunos de ustedes sentados aquí hoy. No lo sabrían. Por favor, denles su agradecimiento. Fue un trabajo increíble el que hicieron, muy importante.

Todavía queda mucho trabajo por hacer. La amenaza del extremismo islámico radical no ha desaparecido, pero el trabajo que se hizo muestra la excelencia, el carácter único, y como se señaló antes, la singularidad que tenemos aquí en Estados Unidos de América.

Creo que es cierto que hay mucho para pensar sobre la historia. Hace 50 años, su fundador encomendó a la institución que pensara sobre el futuro de maneras no convencionales. El presidente Trump, cuando me eligió como Secretario… director de la CIA sin duda estaba pensando de manera no convencional. ¿Quién habría anticipado que este muchacho de California del Sur habría tenido este inmenso privilegio?

También sabía –Herman sabía– que para promover y proteger esta loable y extraordinaria experiencia que llamamos Estados Unidos de América no hay misión más importante que hacerlo correctamente.

Por eso pensé que hoy antes de responder algunas preguntas podría enfocarme algunos minutos en algo que es central para el trabajo que está haciendo el Gobierno de Trump y que es diferente de lo que hicieron otros gobiernos anteriores. No es algo político, hemos asumido el desafío de la República Popular China de un modo que es acorde con lo que exige nuestra época.

Tenemos una larga tradición de amistad con el pueblo chino. Eso sigue siendo así. Tenemos una comunidad chino-estadounidense aquí en Estados Unidos que valoramos y protegemos. He tratado con esa comunidad a través de lazos de negocios y personales, y he conocido a muchos de sus miembros.

Pero debo decir que el gobierno comunista que hay hoy en China no es lo mismo que el pueblo de China. Están recurriendo a métodos que han generado obstáculos para Estados Unidos y para el mundo.

Y colectivamente todos nosotros necesitamos abordar de frente estos desafíos de la RPC y en cada una de sus facetas.

Son muchas las oportunidades, pero ya no es realista ignorar las diferencias fundamentales entre nuestros dos sistemas y el impacto que tienen y las diferencias que tienen estos sistemas en nuestra seguridad nacional en Estados Unidos.

Hay un distanciamiento. Puede considerarse no convencional. No es lo que han escuchado de los líderes de las dos últimas décadas o incluso anteriores. Sinceramente, hemos sido lentos al momento de advertir el riesgo que supone China, el riesgo que representa para la seguridad nacional estadounidense, pues deseábamos la amistad con la República Popular desde un primer momento. Y porque como estadounidenses siempre aspiramos a eso.

Pero sinceramente, en nuestro esfuerzo por alcanzar ese objetivo, nos adecuamos y alentamos el ascenso de China durante décadas, incluso cuando tal ascenso fue a costa de los valores estadounidenses, la democracia occidental y la seguridad y el buen sentido común.

Relegamos nuestra relación con nuestro amigo histórico, Taiwán, a condición de que la “cuestión de Taiwán” se resolviera de manera pacífica, para normalizar las relaciones con Pekín.

En muchos casos evitamos hablar directamente sobre los problemas de derechos humanos allí y los valores estadounidenses cuando estuvieron en conflicto, y minimizamos las diferencias ideológicas, incluso después de la masacre de la Plaza de Tiananmén y otros gravísimos abusos de derechos humanos.

Instamos a que China integrara la Organización Mundial del Comercio y otras organizaciones internacionales, a condición de su compromiso de adoptar reformas de mercado y acatar las normas de esas organizaciones. Y muy a menudo, China no cumplió.

Dudamos e hicimos mucho menos de lo que deberíamos haber hecho cuando China amenazó a vecinos como Vietnam, o como Filipinas, y cuando reclamaron como propio el Mar del Sur de China.

Sinceramente, hicimos muchas cosas para facilitar el ascenso de China con la esperanza de que la China comunista se volviera más libre y respetara las reglas del mercado y, en última instancia, fuera más democrática.

E hicimos esto durante mucho tiempo.

Hay otro motivo por el que adoptamos estas políticas: no nos dimos cuenta de cómo estaba evolucionando China. Honestamente, al pueblo estadounidense no se le dijo toda la verdad.

He hablado con muchos líderes empresariales. Las empresas estadounidenses que hicieron fuertes inversiones en China tuvieron que cumplir las condiciones chinas. Esto incluye todo tipo de cuestiones que el Partido Comunista chino consideraba controvertidas.

La intransigencia de Pekín genera una clase permanente de lobistas chinos en Estados Unidos. Su principal trabajo es vender el acceso a líderes chinos y conectar a socios comerciales.

Sinceramente, cada vez que hubo una controversia o tensión en la relación, muchos de nuestros académicos culparon a Estados Unidos por no explicar correctamente la naturaleza del Partido Comunista chino.

Mientras tanto, Pekín controlaba y limitaba el acceso a nuestros diplomáticos, periodistas y académicos cuando viajaban a la China territorial. En la actualidad lo siguen haciendo. Si vieran la diferencia… en cómo se trata a los diplomáticos chinos y cómo se trata a los diplomáticos estadounidenses y el acceso que tienen, entenderían que la falta de reciprocidad es absolutamente incompatible con los valores estadounidenses.

Y los medios estatales chinos y los voceros oficiales llenaron las brechas, y se ocuparon de vilipendiar las intenciones y los objetivos de políticas de Estados Unidos. En la actualidad lo siguen haciendo. Trastocaron el modo en que los estadounidenses perciben a la República Popular y cómo analizan el secretario general Xi.

Todos estos malos resultados eran muy previsibles. Eran consecuencias previsibles de tratar con un régimen secretista que no respeta la lealtad, el Estado de derecho ni la reciprocidad.

Hoy finalmente estamos entendiendo el grado en que el Partido Comunista chino es hostil con Estados Unidos y nuestros valores, así como sus declaraciones y actos más nefastos y cómo nos afectan. Y podemos hacerlo gracias al liderazgo del Presidente Trump.

El Presidente alertó sobre esto desde el día uno. Recuerdo un discurso que ofreció en Pennsylvania cuando se refirió a la participación de China en la OMC como el “mayor robo de la historia”. A muchas personas esto les causó risa. No creo que muchas se estén riendo ahora que pueden ver la realidad.

Ahora resulta que sabemos que China debilita la base manufacturera estadounidense mediante un robo masivo de propiedad intelectual. La semana pasada me visitaron en mi despacho un grupo de directores ejecutivos de compañías del grupo Fortune 500. Las historias son estremecedoras.

Ahora también sabemos que China amenaza las libertades estadounidenses al exigir que nuestras compañías se autocensuren para mantener el acceso al mercado chino. Todos vimos las historias recientes de la NBA. La verdad es que Pekín debería gestionar su propia campaña de RP; son una nación soberana. Pero si no estamos de acuerdo, a nuestras empresas se les debería permitir no estar de acuerdo. Silenciar el disenso no es algo aceptable.

Y ahora sabemos… que China amenaza la seguridad nacional estadounidense desarrollando armas asimétricas que también amenazan nuestros activos estratégicos.

Y la lista sigue.

Y estos no son solamente problemas nuestros. Son problemas de todas las naciones que comparten nuestros valores.

Cuando vemos que Pekín usa la coacción como herramienta de estado predilecta, no es algo bueno para aquellos que creemos en la democracia y la soberanía como normas fundamentales que deberían dominar el comercio mundial y la forma en la que interactúan las naciones. Estas ideas amenazan el orden internacional libre y abierto al realizar reclamos extrajudiciales territoriales y marítimos en sitios como el Mar del Sur de China y el Estrecho de Taiwán.

Sabemos asimismo que Pekín enlaza a sus vecinos y otros actores en su modelo económico liderado por el Estado, a menudo cierra negocios con sobornos, o somete a muchos a niveles de endeudamiento agobiantes, que amenazan su soberanía.

Y ahora sabemos también y podemos ver que el régimen de China avasalla los derechos humanos más básicos de sus propios ciudadanos, el noble y extraordinario pueblo chino. Esto ha ocurrido en Hong Kong, donde deben cumplir sus promesas y compromisos, y ha ocurrido con las graves violaciones de derechos humanos contra minorías étnicas en Sinkiang.

Sabemos además que el Partido Comunista chino ofrece a su pueblo y al mundo un modelo de gobernabilidad muy distinto. En el que manda el Partido Leninista y todos deben pensar y actuar según la voluntad de las élites comunistas. Ese no es el futuro al que aspiro, creo que no es un futuro que quiera nadie en esta sala, que quieran otras democracias, y no es un futuro que el pueblo de China… el pueblo de China en todo el mundo, que venera la libertad, no desea este modelo.

La Estrategia de Seguridad Nacional del presidente Trump expresa esto. Reconoce a China como competidor estratégico. Eso implica que hay desafíos y que hay oportunidades concretas, y esperamos que podamos colaborar con ellos de formas que sean constructivas. Pero es la realidad. Es la verdad.

También sucede que no elegimos algunas de estas cosas. China nos las impuso.

En los próximos meses, voy a realizar una serie de discursos. Voy a hablar sobre cada una de estas cuestiones más detenidamente.

Hablaré sobre las ideologías y los valores contrapuestos y sobre el impacto que esto tiene en Estados Unidos y en el mundo. El Partido Comunista chino es un Partido Marxista-Leninista enfocado en la lucha y la dominación internacional. Basta con escuchar lo que dicen sus líderes.

Hablaré además de cómo se interponen a las cosas que más damos por supuestas aquí en Estados Unidos. Las agencias de inteligencia del partido, el Frente Unido y sus medios de propaganda se han embarcado en una campaña global para cambiar la opinión pública a favor de Pekín. Queremos preservar nuestras libertades, nuestra libertad de expresión, y queremos asegurarnos de que la información llegue libremente a todos los sitios.

Y hablaré además sobre el impacto en el orden internacional. Pekín está creando activamente su propio espacio internacional y participa en organizaciones internacionales para validar su sistema autoritario y extender su alcance. En Estados Unidos, y creo que las personas valiosas que integran el Hudson Institute, deseamos preservar el orden internacional libre y abierto existente que Estados Unidos ha contribuido a crear y sigue liderando.

Y también voy a hablar de economía. China ha empleado prácticas económicas predatorias desleales y está usando activos públicos para generar su huella económica en todo el mundo. Queremos que China sea exitosa. Queremos que tenga una economía exitosa. Queremos un sistema de mercado competitivo y transparente que sea beneficioso para todos los involucrados.

Pueden ver los primeros pasos en ese sentido en el acuerdo de Fase 1 que estamos por firmar. Soy optimista en cuanto a que lo lograremos. Es algo bueno, un ámbito donde podemos trabajar juntos. Queremos asegurarnos de hacerlo bien y de que las relaciones económicas sean leales, recíprocas y equilibradas también entre nosotros. Creo que esto mostrará que hay áreas de interés común y que el Gobierno de Trump trabajará incansablemente para encontrarlas.

Y también voy a hablar sobre cómo nuestras fuerzas militares compiten y sobre las capacidades que China ha adquirido que exceden ampliamente las que necesitaría para su propia defensa.

Se habla mucho, hay muchos grupos de pensamiento, muchas conversaciones académicas sobre cómo va a ser la relación entre Estados Unidos y China en los próximos años y décadas. Voy a ser claro sobre lo que pretende Estados Unidos: no queremos confrontar con la República Popular china. De hecho, queremos justamente lo contrario.

Queremos ver una China próspera que esté en paz con su propio pueblo y con sus vecinos.

Queremos ver una China pujante donde las comunidad empresarial china haga negocios con el resto del mundo respetando términos recíprocos justos que todos conozcamos y entendamos.

Y queremos ver una China liberalizada que permita que el ingenio de su pueblo se potencie.

Y queremos ver una China que respete derechos humanos básicos de su propia población, conforme esto se garantiza en su constitución.

Pero por sobre todo, es crucial que como estadounidenses tratemos con China conforme es realmente, y no como quisiéramos que sea.

Herman Kahn nos recordaba, nos instaba a pensar de manera no convencional para crear argumentos persuasivos de política y plantear siempre esos argumentos al pueblo estadounidense.

Tenemos que pensar de manera renovada y no convencional sobre la República Popular de China.

Espero que todos me acompañen en eso. Juntos aprenderemos y entablaremos una relación sólida entre estas dos naciones.

Voy a detenerme aquí para responder preguntas de Ken.

Gracias. Que Dios los bendiga. (Aplausos).

Esta traducción se proporciona como una cortesía y únicamente debe considerarse fidedigna la fuente original en inglés.