La Casa Blanca
Oficina del Vicepresidente
15 de agosto de 2017
Palabras del Vicepresidente Pence
ante la comunidad empresarial Argentina y Latinoamericana
La Bolsa de Comercio de Buenos Aires
Buenos Aires, Argentina
3:41 p.m. hora del Este local
VICEPRESIDENTE PENCE: Muchas gracias, encargado Cooney, canciller Faurie, Héctor Orlando, funcionarios electos, destacados líderes de la comunidad empresarial y distinguidos invitados. Es para mí un inmenso honor —y un gran honor para mi esposa y para mi— estar hoy aquí en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Gracias por habernos dado a ambos una cálida bienvenida.
De hecho, aprovechando esos fuertes aplausos, ¿les molestaría darle también la bienvenida a quien desde hace 32 años es mi esposa, la segunda dama de los Estados Unidos de América? (Aplausos). Mi esposa Karen acompañará a vuestra primera más tarde este día, y hoy más temprano tuvo la oportunidad de disfrutar de una extraordinaria experiencia de atención de la salud infantil aquí en Buenos Aires.
Este es un momento histórico de progreso en Argentina y en todos los países que veneran la libertad en toda América Latina. Y agradezco a cada uno de ustedes por haberse tomado el tiempo de estar hoy con nosotros. Les traigo saludos del líder del mundo libre, el presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump.
El Presidente, personalmente, me envió aquí como primer miembro de nuestro gobierno que visita América del Sur, y como señal de nuestro compromiso con América Latina.
Nuestro Hemisferio Occidental es una prioridad clave para nuestro gobierno. Nuestros valores son los mismos, nuestros intereses están estrechamente vinculados y nuestros futuros estarán por siempre ligados. Y hoy, juntos, tenemos una oportunidad histórica para el progreso, desde América del Sur, pasando por América Central y hasta América del Norte, y hoy estoy aquí para hablar de eso. (Aplausos).
Esta semana visitaré a varios de los aliados y socios más firmes de Estados Unidos en América del Sur y Central, como Colombia, Argentina, Chile y Panamá. Y como ya lo he podido comprobar, las Américas es una región de infinidad de culturas diversas, tradiciones singulares e identidades únicas. Pero todos nosotros estamos vinculados por nuestra geografía e historia, y por la aspiración constante de libertad.
La libertad es mucho más que la herencia del pueblo de mi país. Es un derecho inalienable y el legado de todos los pueblos de este nuevo mundo. (Aplausos). Descendemos del mismo espíritu pionero que llevó a nuestros antepasados a dejar a sus familias y hogares y navegar los mares, todo por la posibilidad de empezar una nueva vida en este nuevo mundo.
Nuestras luchas similares por la independencia conforman la trama común de un mismo paisaje de libertad. En los anales de la historia de la libertad, nombres como San Martín, Martí y Bolívar destacan junto a Washington, Jefferson y Lincoln; grandes líderes en la causa de la libertad.
Hace más de 240 años los fundadores de Estados Unidos entregaron su vida, sus fortunas y su honor sagrado para promover su derecho divino a la libertad. Y tan solo algunas décadas después los padres fundadores de este país se unieron para reclamar su derecho inalienable de libertad.
La Declaración de Independencia de mi nación fue seguida apenas 40 años después, casi exactamente en la misma fecha por el Acta de Independencia de Argentina. Y hoy quisiera felicitar al pueblo argentino, que el año pasado celebró 200 años de independencia. (Aplausos).
Desde esa fecha, el pueblo de esta nación, y este hemisferio, han luchado por la libertad y han tomado la oportunidad de forjar su propio futuro. Y es para debatir sobre ese futuro que hoy nos hemos reunido aquí.
Como lo ha dicho el presidente Trump, los Estados Unidos de América pretende, en sus propias palabras, un futuro para nuestro hemisferio en el cual los pueblos de cada país puedan hacer realidad sus sueños… un futuro de libertad, seguridad y prosperidad para todos. Los Estados Unidos ha tenido siempre un genuino interés en el progreso de todos nuestros vecinos de las Américas.
Durante la presidencia de Donald Trump, los Estados Unidos pondrá primero en todo momento la seguridad y la prosperidad de los Estados Unidos. Pero como espero que quede demostrado con mi presencia aquí hoy, Estados Unidos primero no significa solo los Estados Unidos. Una América Latina segura significa que los Estados Unidos de América será más seguro. Una América Latina próspera significa que los Estados Unidos de América será más próspero. Y el progreso de la libertad y la democracia en América Latina favorecen la causa de la libertad en todos lados. (Aplausos). Porque cuando los pueblos libres se unen, no hay nada que no puedan lograr.
Y hoy, los vientos de progreso están a nuestro favor. De México a la Argentina, del Pacífico al Atlántico, y básicamente en todas las naciones en medio, los líderes de esta región están tomando medidas históricas para mejorar las vidas de sus ciudadanos y hacer realidad las esperanzas y sueños de generaciones pasadas y actuales.
Y durante la presidencia de Trump, los Estados Unidos se enorgullece de trabajar con ustedes… hombro con hombro y mano a mano… a favor de nuestros pueblos, de esta región y del mundo en general.
La tarea que tenemos hoy por delante tal vez pueda resumirse en tres cuestiones:
En primer lugar, debemos ampliar los pasos audaces dados por líderes de toda la región para abrir nuevas vías hacia la prosperidad de todos nuestros ciudadanos y mayores oportunidades comerciales.
En segundo lugar, debemos seguir fortaleciendo nuestra seguridad colectiva, haciendo frente a quienes amenazan a nuestros pueblos y la esencia misma de nuestro estilo de vida.
Y por último, debemos proteger activamente los valores históricos que nos unen, y permanecer unidos en rechazo a todos aquellos que pretenden eliminar la libertad y la democracia a cambio de la tiranía y la dictadura.
Pero todo empieza con prosperidad. El crecimiento económico es el ingrediente esencial para el éxito en los Estados Unidos, y también en América Latina. Como lo señala a menudo el presidente Trump, “Todo tiene que ver con el crecimiento”.
Una economía en crecimiento eleva el nivel de vida e impulsa a aquellos que desean prosperar y ascender hacia el éxito. Una economía en crecimiento inspira a los innovadores y a los emprendedores a empujar a una sociedad hacia adelante. Una economía en crecimiento fortalece a las comunidades y brinda a las familias un motivo para echar raíces que, con el tiempo, florecerán y rendirán frutos para las generaciones venideras. Y una economía en crecimiento empodera a quienes están en la pobreza para avanzar hacia la prosperidad.
Con el liderazgo del presidente Donald Trump, la economía estadounidense esté creciendo nuevamente. Con el liderazgo del Presidente, hemos estado eliminando reglamentaciones excesivas, liberando el potencial de la energía estadounidense y sentando las bases para una reducción fiscal histórica; y todo esto ha renovado la confianza de los estadounidenses, que durante décadas no había sido tan alta. Ha propiciado la creación de más de un millón de nuevos empleos tan solo este año, y hemos visto que la riqueza de los estadounidenses en nuestro mercado bursátil creció varios billones de dólares.
Durante la presidencia de Donald Trump, la economía estadounidense ha vuelto a ser lo que era. Y nuestro comercio está en auge. El año pasado, el comercio recíproco de Estados Unidos dentro del Hemisferio Occidental representó US$ 1,6 billones, y los Estados Unidos es el mayor socio comercial de casi dos tercios del hemisferio. De hecho, tenemos el doble de volumen comercial con países de América del Norte, Central y del Sur que con China, y exportamos más a nuestros vecinos en el Hemisferio Occidental que a toda Asia combinada.
Nuestras prósperas relaciones comerciales son el resultado de numerosos factores, pero uno de los más importantes es la gran cantidad de acuerdos de libre comercio con los Estados Unidos que facilitan el comercio en esta región.
Estados Unidos mantiene acuerdos de libre comercio con 12 países de América, y estos han logrado fortalecer nuestros nexos comerciales con la región, integrar nuestras economías y armonizar nuestros estándares y prácticas regulatorias de modos que han contribuido al crecimiento.
Pero, como lo señala a menudo el presidente Trump, en todos los acuerdos hay margen para mejoras. Y con su liderazgo, los Estados Unidos está revisando los acuerdos de comercio existentes y negociando nuevos acuerdos de comercio bilateral para asegurar que haya condiciones equitativas para el pueblo estadounidense.
El presidente Trump ha sido claro al respecto: en sus propias palabras, “Vamos a reivindicar nuestros valores, defender a nuestros trabajadores y proteger las innovaciones, creaciones e invenciones que dan fortaleza a nuestro extraordinario país”.
Estados Unidos desea intensificar el comercio con América Latina y el mundo en general. Durante la presidencia de Donald Trump, no solo tendremos un comercio libre, sino además un comercio justo.
Con ese fin, ayer el presidente Trump dio instrucciones al Representante Comercial de los Estados Unidos de que determine si corresponde investigar a China por el robo de propiedad intelectual estadounidense. Y esa investigación ya está en marcha. Y justamente mañana, los Estados Unidos se unirá a Canadá y a México para iniciar formalmente el proceso de modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte para el Siglo XXI.
Sin embargo, para que el comercio pueda expandirse, los Estados Unidos necesita compartir su tradición de emprendimiento, innovación y transparencia con América Latina, pues sabemos que cuando América Latina encara reformas económicas, lo hace con éxito, y también es así para Estados Unidos. Y América Latina está teniendo éxito, pues los ciudadanos latinoamericanos están eligiendo seguir la misma senda que ha hecho próspero a Estados Unidos.
Nunca antes en la historia de nuestro hemisferio hemos visto un esfuerzo coordinado de este alcance para aprobar las reformas de mercado que generan oportunidades, favorecen la prosperidad y empoderan a los ciudadanos de la región para forjar su propio futuro.
Basta con mirar a la Argentina. El liderazgo del presidente Macri ha impulsado un audaz programa de reformas para la Argentina, que está transformando la economía dentro del país y restableciendo la reputación de Argentina en el exterior.
Como lo manifestó el presidente Trump al presidente Macri en la reunión que mantuvieron en Washington, D.C., Estados Unidos de América celebra las reformas políticas y económicas que el presidente Macri y su gobierno han implementado aquí en Argentina. (Aplausos).
En los últimos 18 meses, el presidente Macri ha dado pasos importantes para superar obstáculos al crecimiento, aliviar los controles cambiarios, volver a ingresar a los mercados de capitales mundiales, reducir los aranceles a las importaciones y las exportaciones, modernizar las normas laborales e invertir en infraestructura indispensable.
Y hoy, el presidente Macri y yo retomamos nuestro diálogo sobre la ampliación del comercio agrícola entre Estados Unidos y Argentina. Y puedo decirles que estamos muy próximos a perfeccionar un acuerdo que beneficiará a los productores de carne porcina estadounidense y a los consumidores argentinos para fortalecer la relación comercial entre nuestros dos países. (Aplausos).
Lo cierto es que Argentina ha resurgido como ejemplo clave del futuro productivo y positivo que América Latina está forjando para sí. Asimismo, con el liderazgo del presidente Macri, Argentina ha vuelto a ser líder en el escenario global.
Más adelante este año, Argentina será sede de la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio, y el próximo año asumirá la presidencia del G-20.
En forma muy concreta, en lo que atañe a América Latina, el modelo de Argentina es el futuro. Pero, afortunadamente, Argentina no está sola en la promoción de reformas a favor del crecimiento en esta región. La buena noticia es que hay acciones similares en marcha en toda América Latina, y que los pueblos de la región están optando por la senda del progreso y la reforma económica.
En Colombia, donde estuve ayer, el gobierno está aprovechando la paz para generar oportunidades económicas en áreas donde estas han estado ausentes durante décadas.
En Brasil, las reformas estructurales a los sistemas laborales, fiscales y de pensiones están generando una economía más abierta, integrada y competitiva.
Y cuando me reuní en junio con líderes de las naciones del Triángulo Norte, Guatemala, Honduras y El Salvador, en ocasión de la primera Conferencia sobre Prosperidad y Seguridad, todos esos líderes manifestaron su compromiso de mejorar el clima económico a través de reformas regulatorias y tributarias históricas.
América Latina está en marcha. Y a medida que estas naciones siguen superando obstáculos, erradicando la corrupción y liberando el espíritu emprendedor de sus ciudadanos, el progreso redundará en beneficios tanto para Estados Unidos de América como para todos nuestros vecinos de América Latina. (Aplausos).
Lo cierto es que las empresas estadounidenses, al igual que muchos de los aquí presentes, ya están respondiendo a estas acciones con una renovada confianza e inversiones, generando empleos en Estados Unidos y América Latina.
Aquí en Argentina, Viacom adquirió recientemente a la emisora Telefe, una de las primeras grandes operaciones firmadas durante la gestión del presidente Macri. En el yacimiento de gas no convencional Vaca Muerta, empresas estadounidenses como Exxon y Chevron están trabajando junto a sus pares argentinas para generar energía asequible y abundante que posibilitará una economía en crecimiento.
Y más allá de Argentina, empresas estadounidenses están invirtiendo en América Latina como nunca antes. Cargill anunció recientemente fuertes inversiones en Colombia, donde ahora da empleo a cerca de 5.000 personas. En Panamá, Caterpillar contribuyó a excavar el nuevo canal para el Canal de Panamá, esa extraordinaria arteria comercial, absolutamente indispensable para la prosperidad de nuestro hemisferio y del mundo.
Tales inversiones, en múltiples industrias, no harán más que aumentar a medida que Argentina y América Latina sigan aprobando reformas competitivas orientadas al crecimiento. Y esto fortalecerá aún más las economías de todas nuestras naciones, y afianzará el comercio y las relaciones comerciales sustanciales que ya mantenemos.
Nuestro gobierno considera sumamente positivas estas reformas económicas y el progreso económico de América Latina. Pero no debemos olvidar que la seguridad es la base de nuestra prosperidad, y en este plano Estados Unidos tampoco desistirá de su esfuerzo por garantizar la seguridad de la población estadounidense y del Hemisferio Occidental en general.
Desde Corea del Norte hasta Irán, las amenazas a nuestra seguridad global son múltiples y cada vez mayores. Y no hay amenaza más extendida que la del terrorismo global.
Argentina no es ajena a este enemigo. Este año se cumple el 25 aniversario del atentado contra la Embajada de Israel, que fue seguido dos años después por el atentado de la AMIA, el ataque terrorista más mortífero de la historia de Argentina.
Estos dos ataques cobraron la vida de 114 inocentes. Y hoy, fue un gran honor visitar un monumento a estas víctimas en la capilla Metropolitana, decir una oración y leer un versículo en su memoria.
La amenaza del terrorismo aún se cierne sobre nuestro hemisferio, y nos mantendremos unidos para enfrentarlo y proteger a nuestra gente. (Aplausos.)
Y también debemos unirnos para enfrentar la amenaza más inmediata a la seguridad y la prosperidad de Latinoamérica: la amenaza del crimen transnacional.
El costo humano del crimen es incalculable en vidas destruidas y en violencia, pero el costo económico es bien conocido. Según algunas estimaciones, el crimen transnacional consume ahora hasta el 3 por ciento del producto interno bruto de Sudamérica y el Caribe. En algunos países centroamericanos, el daño es más del doble.
El cáncer del crimen y la corrupción seguirán ahogando los progresos de Latinoamérica mientras exista. Por lo tanto, cada nación debe redoblar nuestros esfuerzos para poner fin al flagelo de la corrupción y del crimen transnacional. Y Estados Unidos de América seguirá colaborando con sus vecinos de la región para lograrlo. (Aplausos.)
El recién lanzado Grupo de Trabajo de Diálogo entre Argentina y los Estados Unidos sobre Financiamiento Ilícito y Políticas Cibernéticas nos está ayudando a lograr este objetivo. Y Estados Unidos se enorgullece de ayudar al presidente Macri en su campaña para combatir el narcotráfico y fortalecer los controles fronterizos.
Estados Unidos también continuará trabajando con Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay para mejorar la cooperación en el intercambio de inteligencia con el fin de desarticular las amenazas a la seguridad.
Y al norte, en Colombia, el Caribe y Centroamérica, Estados Unidos continúa coordinando con sus socios para frenar el flujo de drogas ilegales, desmantelar redes de tráfico y eliminar los campos de cocaína que son la fuente de tanta miseria en nuestro país y en los países de esta región.
Latinoamérica ha avanzado mucho en materia de prosperidad y seguridad, porque hoy comparten con los Estados Unidos, de muchas maneras, en tantos lugares, un renovado compromiso con la libertad, la democracia y el imperio de la ley. Estos valores son los cimientos de un futuro más brillante que todos buscamos, y por lo tanto siempre serán los cimientos.
Pero mientras que una gran parte de Latinoamérica ha recorrido el camino de la libertad económica y el crecimiento, en Venezuela, tristemente, estamos viendo la tragedia. Estamos viendo la tragedia de la tiranía desplegarse ante nuestros ojos, en nuestro propio hemisferio.
Como ha dicho el presidente Trump: “El pueblo [venezolano] está sufriendo y están muriendo”. Están experimentando una pobreza aguda; las familias no pueden conseguir los alimentos y medicamentos que necesitan para sobrevivir; los niños inocentes están pereciendo literalmente cada día de hambre y privación.
Justo ayer, mi esposa y yo pasamos tiempo con los refugiados de esta crisis en una pequeña iglesia en Cartagena. Oramos con estas familias que huyen de la violencia, de la pobreza y del hambre.
Hablamos con una abuela que, la semana pasada, recuperó a sus nietos de Venezuela. Y con lágrimas en los ojos, nos contó cómo los niños tenían que levantarse a las cuatro de la mañana en Venezuela para conseguir un boleto, y luego esperar todo el día para usar ese boleto por la tarde para comprar un pedazo de pan. Es extraordinario pensar, en una nación que debería ser una de las naciones más ricas de Latinoamérica, escuchar hablar de hambre y pobreza. Simplemente nos rompió el corazón.
Hoy, la gente de Venezuela que una vez fue libre, se ve obligada a soportar ese destino por la brutalidad del régimen de Maduro. Ningún pueblo libre ha elegido nunca cambiar el camino de la prosperidad por el de la pobreza. Ningún pueblo libre ha elegido nunca convertir a una de las naciones más ricas de Sudamérica en una de las más pobres y corruptas.
El régimen de Maduro ha ignorado y debilitado su Asamblea Nacional. Han sofocado por igual las voces de la prensa libre y de la gente. Han encarcelado a innumerables opositores políticos. Y más de 130 valientes venezolanos han muerto en una lucha desesperada para recuperar su libertad.
Venezuela se está deslizando hacia la dictadura. Y como dijo el Presidente Donald Trump, Estados Unidos no se quedará con los brazos cruzados mientras Venezuela se desmorona. (Aplausos.) Seguiremos apoyando junto con las naciones libres de todo nuestro hemisferio, hasta que la democracia sea restaurada para el pueblo venezolano.
Un estado fallido no conoce límites. El estado fallido de Venezuela impulsará más tráfico de drogas ilegales con mortales consecuencias criminales que irradiarán hacia el exterior a través de Latinoamérica y hacia los Estados Unidos. El estado fallido de Venezuela impulsará más migraciones ilegales, comprometiendo nuestras fronteras y dañando nuestras economías. Y en última instancia, el estado fallido de Venezuela pondrá en peligro la seguridad, la prosperidad y el bienestar de todos los que llamamos al Hemisferio Occidental, nuestro hogar.
El Presidente Trump y yo estamos agradecidos. Estamos agradecidos por el liderazgo de Argentina en la condena al régimen de Maduro. Aplaudimos las medidas que el presidente Macri ha tomado para rastrear a corruptos funcionarios venezolanos.
También estamos agradecidos porque Argentina ha votado con Brasil, Paraguay y Uruguay para suspender a Venezuela del Mercosur hasta que se restaure la democracia.
Y agradecemos a Argentina por unirse a otros 11 países para firmar la Declaración de Lima la semana pasada, enviando el mensaje poderoso de que los pueblos de las Américas apoyarán al pueblo venezolano y enfrentarán a sus opresores. (Aplausos.)
El Presidente Trump y los Estados Unidos piden a todos sus vecinos de Latinoamérica que hagan más. Y todos ustedes pueden estar seguros de que: los Estados Unidos de América seguirá utilizando todo el poder económico y diplomático estadounidense hasta que se restablezca la democracia en Venezuela.
Como dijo el Presidente Trump hace unos días: “Tenemos muchas opciones para Venezuela”. Pero el Presidente también confía en que, trabajando con todos nuestros aliados de Latinoamérica y del resto del mundo, podamos lograr una solución pacífica para restaurar la democracia y poner fin a la crisis que enfrenta el pueblo de Venezuela. Pero se necesita de todos nosotros para conseguirlo.
Y pueden estar seguros de que: Lo que hacemos para restaurar la democracia en Venezuela, lo haremos juntos. Estados Unidos de América ya ha emitido tres rondas de sanciones específicas, incluyendo nuevas sanciones la semana pasada, contra Maduro y su círculo íntimo. Continuaremos actuando hasta que el régimen de Maduro restablezca la democracia, celebre elecciones libres y justas, libere a todos sus presos políticos y acabe con la represión del pueblo venezolano.
Hacemos esto porque es lo correcto. El pueblo venezolano se merece la democracia. Hacemos esto porque, como ha dicho el Presidente Trump, una “Venezuela estable y pacífica es en el mejor interés de todo nuestro hemisferio”.
Todos vivimos en el mismo vecindario. Tenemos éxito cuando nuestros vecinos tienen éxito. Tenemos dificultades cuando nuestros vecinos tienen dificultades. Y por eso continuaremos actuando, juntos, para apoyar al pueblo de Venezuela en su lucha por la libertad.
Y hoy, digo con confianza: Que el pueblo venezolano será libre una vez más, porque aquí en el nuevo mundo, la libertad siempre gana. (Aplausos.)
Como bien sabe Argentina, la libertad es un don precioso que exige una protección constante, una vigilancia constante. Y hoy, como en los siglos anteriores, los Estados Unidos será inquebrantable en su determinación de defender la libertad en este hemisferio.
La libertad siempre ha sido y siempre será la fuente de nuestra fuerza, la cumbre de la vida nacional de nuestro país, de los países de esta región. Y es el corazón mismo de lo que somos. Y a medida que la libertad continúa su avance a través de este hemisferio, el Presidente Trump y yo sabemos que nos llevará a un nuevo nivel de seguridad y prosperidad para todo nuestro pueblo, y a un nuevo nivel de logro que seguirá siendo la maravilla del mundo.
Estamos aquí hoy, en los albores de una nueva era en el nuevo mundo, y la gente de este hemisferio tiene que tomar una decisión. Es la misma elección a que nos hemos enfrentado cada día desde hace más de dos siglos atrás del nacimiento de esta nación, y más que eso, del nacimiento de mi nación. Es una elección que siempre exige nuestras acciones y siempre comanda nuestro futuro.
Y por eso digo a nuestros vecinos y amigos a través de este hemisferio: Elijamos siempre aquí en el Hemisferio Occidental, la libertad. Elijamos siempre la democracia. Apoyemos siempre a los que defienden estos valores eternos.
Elijamos el camino que Estados Unidos ha tomado lo largo de nuestra historia. Elijamos el camino que Argentina está tomando ahora con renovado vigor, una vez más. Llevemos a este país y a otros países de Latinoamérica a nuevas alturas.
Solo tenemos que recordar las palabras de San Martín, cuyo mausoleo tuve el privilegio de visitar de hoy. Como nos dice el gran héroe de la libertad de esta tierra: “Seamos libres, porque el resto no importa”.
Amigos míos, el futuro de la libertad nos llama a todos. Y con la confianza en la buena gente de Estados Unidos, de Argentina, y las personas amantes de la libertad de toda Latinoamérica, con la firme confianza en el profundo manantial de fe en el Dios todopoderoso, con una tradición tan rica en todas las naciones de este nueva mundo, sé que juntos conseguiremos ese futuro glorioso de la libertad, como socios y como amigos.
Gracias. Que Dios los bendiga. Que Dios bendiga a toda Latinoamérica. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América. (Aplausos.)
FIN 4:10 P.M. hora local ET
Esta traducción se proporciona como una cortesía y únicamente debe considerarse fidedigna la fuente original en inglés.